Inicio·Cerrato Palentino
Cerrato Palentino

El Cerrato: Paisaje, cultura, patrimonio y vino

El Cerrato palentino es un territorio de paisajes amplios y ondulados, marcado por los páramos calcáreos que se alzan sobre los valles fértiles y por las suaves lomas y cuestas que los conectan. La erosión de sus materiales —arcillas, yesos y calizas— ha ido modelando este escenario a lo largo de millones de años, dando lugar a un mosaico de contrastes. En los páramos se extienden los cultivos de cereal y girasol, mientras que, en los valles, más húmedos y fértiles, prosperan huertas y viñedos. La vegetación se concentra en las riberas y en las zonas menos cultivables, con encinas, quejigos y manchas de monte bajo que completan el cuadro. Los pueblos, repartidos sobre todo en los valles, conservan su arquitectura popular y un rico patrimonio románico, junto a elementos etnológicos como molinos, palomares y, de forma muy especial, los barrios de bodegas excavados en las laderas, que son hoy una de las señas de identidad más reconocibles del paisaje cultural del Cerrato.

El Cerrato: Paisaje, cultura, patrimonio y vino

Su cultura hunde sus raíces en una larga historia marcada por la agricultura, el vino y la vida comunitaria. Desde los vacceos y la romanización, hasta la Edad Media, el territorio ha estado siempre ligado al cultivo de la tierra. El trigo y la vid, junto con las ferias y mercados locales, configuraron un modo de vida rural que perduró durante siglos.

El Cerrato: Paisaje, cultura, patrimonio y vino
El Cerrato: Paisaje, cultura, patrimonio y vino

Patrimonio cultural y natural

A ello se suma un rico patrimonio cultural: arquitectura popular en piedra y adobe, abundantes ejemplos de románico, palomares, molinos y, sobre todo, los tradicionales barrios de bodegas excavados en las laderas, que simbolizan la identidad vitivinícola de la comarca. Hoy, esta herencia cultural y paisajística se reconoce como uno de los principales valores del Cerrato, clave para su revitalización y proyección de futuro, que lo convierte en un territorio singular.

Destaca también su patrimonio natural. Sus páramos, valles y riberas forman un mosaico de ecosistemas donde conviven encinas, quejigos y aves esteparias, junto con espacios de alto valor ecológico integrados en la Red Natura 2000. La red histórica de cañadas y cordeles, con más de 600 km, actúa como corredor ecológico y como un recurso para el disfrute del paisaje, al que recientemente se ha sumado un hecho histórico: la reintroducción del lince ibérico en 2025.

Patrimonio cultural y natural

Vino, identidad y futuro

Desde la Edad Media, la vid fue parte esencial de la vida rural y urbana, hasta el punto de que Palencia llegó a dictar leyes para proteger su vino frente a los forasteros. En los siglos XVIII y XIX, el Cerrato vivió una época de esplendor, con miles de hectáreas de viñedo en lugares como Baltanás, Cevico de la Torre o Dueñas, y con un comercio que incluso alcanzaba Francia gracias al ferrocarril. La filoxera, a finales del XIX, y la transformación del campo en el siglo XX provocaron el declive, pero la identidad vitivinícola nunca desapareció.

Hoy, aunque la superficie de viñedo es más reducida, el vino sigue siendo una seña de identidad cerrateña. Lo demuestra la pervivencia de los barrios tradicionales de bodegas subterráneas, auténticas joyas de la arquitectura popular. En la comarca se conservan más de 40 conjuntos, como los de Baltanás, Torquemada o Astudillo, declarados Bien de Interés Cultural, que combinan valor histórico, constructivo y paisajístico. Estas bodegas no solo servían para elaborar y conservar el vino, sino también como lugares de encuentro, celebración y convivencia.

En la actualidad, jóvenes viticultores y pequeñas bodegas están recuperando la tradición, vinculándola al enoturismo, a la sostenibilidad y al orgullo de pertenencia. Así, el Cerrato ha sabido reinventar su herencia vinícola, transformando el vino y sus bodegas en un paisaje cultural vivo que conecta pasado, presente y futuro.

Vino, identidad y futuro